Mi historia con la fotografía es una de muchos altibajos. He tenido periodos en los que me obsesiono y otros en los que casi no tomo fotos.
Empecé a aprender cuando estaba en secundaria. Como el resto de mis intereses, todo comenzó con una apreciación por las fotos de otras personas y una curiosidad por aprender a hacer lo mismo. Una Navidad me regalaron una cámara y a partir de ahí he explorado lo que significa para mí la fotografía.
Comencé tomando fotos de lo que tenía a mi alrededor: cosas en mi casa, los lugares a los que iba, y mis amistades. Por mucho tiempo mi cámara me acompañó siempre que salía de la ciudad, lo cual implicaba unos cuantos kilos de mochila que cargaba para todas partes. Con el paso del tiempo, decidí tomarme más en serio mi desarrollo como fotógrafo. En ese momento lo que tenía a mi alcance y que veía como digno de fotografiar eran retratos y fotografía documental, especialmente de los eventos que organizaban los grupos estudiantiles de mi preparatoria y las ocasiones en las que viajaba con mi familia.
Un día, mientras estaba en la preparatoria, me puse a buscar podcasts que hablaran sobre fotografía, para aprender cosas nuevas y mejorar. En ese proceso encontré el podcast How to Become a Rockstar Photographer, de Matthias Hombauer. Este podcast es una serie de entrevistas con fotógrafos de conciertos de todo el mundo. Inmediatamente pensé, “sí eso es lo que quiero hacer”.
El consejo siempre para comenzar a tomar fotos de conciertos es ir a tomar fotos de la escena musical local en lugares como bares y clubes. En ese momento yo era menor de edad, así que no podía hacer eso realmente (o al menos eso fue lo que asumí), entonces pensé que lo que tenía a mi alcance para empezar eran los eventos de difusión cultural que organizaba mi preparatoria, que se presentaban en un teatro. Fui a pedir permiso para tomar fotos, y para mi sorpresa me dijeron que sí, sin preguntar o pedirme nada específico. Fue más fácil de lo que había anticipado.
Después de tomar fotos en el primer evento y publicarlas en Instagram, algunas de las personas que participaban en esos eventos (cantantes y bailarines) empezaron a contratarme para tomarles fotos. Había un evento de ese estilo cada semestre, entonces continué con eso siempre que pude.
Después empezó la pandemia por el COVID-19 y todo quedó en pausa. Ya no tenía acceso ni a personas que quisieran retratos, ni eventos para ir a tomar fotos. Dejé de tomar fotos por varios años. Las únicas veces que llegaba a sacar mi cámara eran para cosas más prácticas como tomarme una foto para mi nueva identificación al entrar a la universidad.
Cuando por fin comenzaba a ser más seguro salir e interactuar con las personas, empecé a tomar fotos otra vez, pero de forma muy esporádica. Un día, una amiga (@min.m1na) me invitó a un evento en el que su banda tocaría junto con otras cuantas en un bar, y decidí llevar mi cámara.
Ir a ese evento a tomar fotos hizo que regresaran a mí todas esas sensaciones que antes me habían hecho enamorarme de la fotografía, especialmente en ese tipo de contextos. La adrenalina de estar enfrente de algo que sólo va a suceder una vez, con condiciones pésimas de iluminación, y mucho movimiento y energía. Compartí algunas fotos con las bandas a través de mi amiga y esperé ansioso a que su banda participara en otro evento similar.
Haz clic en el nombre de la banda/artista para ver la galería con sus fotos.












Algunos meses después, en febrero del 2023, su banda volvió a presentarse en otro bar. Ahora sí iba con una misión. Fui desde el inicio del evento y le tomé fotos a las seis bandas que se presentaron. Volví a pasarla increíble.




































Reviví mi cuenta de Instagram que había eliminado durante la pandemia y empecé a compartir mis fotos. Toda esa semana me quedé pensando: “si fuera por mí, haría esto todas las semanas”. Y después pensé: “¿por qué no?”
En realidad sí tenía algunas razones para decir que no. Ese semestre tenía un horario de clases espantoso y había comenzado mi servicio social dando clases en una preparatoria. Mis clases eran exigentes y el servicio social también, ocuparme además de salir todos los fines de semana a tomar fotos con ese compromiso requería mucha organización y disciplina. Además, soy muy introvertido y hacer eso implicaba entrar a espacios desconocidos con personas desconocidas. Nada de eso me detuvo.
El 3 de febrero fui a tomar fotos en el primer evento sin conocer el lugar, ni a las bandas, ni a nadie que iría. Estaba tan nervioso que solo hablé con dos personas para preguntarles si ese era el lugar (porque cuando llegué todavía no abrían) y después sólo estuve tomando fotos y tratando de no molestar a nadie.










































Mi meta fue tomar fotos todos los fines de semana y publicar una foto al día en Instagram. Y lo hice. Fui a más eventos, conocí más lugares, por fin me animé a platicar con las bandas, con otros fotógrafos y en general con más personas. Había veces que incluso iba a dos eventos en un mismo fin de semana.





























































































Algunos días eran mejores que otros, pero en general aprendí mucho en poco tiempo y empecé a ganar algo de reconocimiento en la escena local. Fui armando un portafolio de mi trabajo. De repente comenzó a suceder que alguien decía que reconocía mi nombre y se veía emocionado porque le fuera a tomar fotos tocando con su banda. Así continué algunos meses.
Muy interesante tu trayectoria.
Gracias 🙂
Como siempre muy interesante y entretenido tu trabajo! Disfruto mucho leyendo tu contenido .
Muchas gracias, lo aprecio mucho 🙂