Toda mi vida he sido un aficionado de la papelería: los cuadernos, las plumas, los lápices, los marcadores… De pequeño mi sueño era llegar a una papelería y comprar toda la tienda, para después poder llegar y llevarme lo que quisiera cuando quisiera. Con los años he ido adoptando otras herramientas de trabajo digitales, pero siempre termino regresando al papel.
Ahora que tengo los recursos como para hacerlo, me he vuelto aún más aficionado de la papelería. Me he comprado un par de plumas fuente y tintas de diferentes colores, lapiceros especiales y papeles de diferentes tipos. En general, he encontrado cosas que hacen que la experiencia de escribir y de dibujar sea algo que disfrute mucho.
En una plática a la que asistí sobre humanidades digitales —de la que desafortunadamente no recuerdo el título ni el nombre de la ponente— aprendí que hay veces en las que archivar libros y otros tipos de materiales digitales puede ser más complicado que los libros físicos. Tenemos al día de hoy ejemplares de la Biblia de Gutenberg del siglo XV, pero ¿qué pasa con un libro que incluye material en un floppy disk?
Claro que hay veces en las que prefiero escribir en la computadora, pero también hay veces que pienso que la mejor tecnología para hacer algo es la que siempre ha estado ahí, por cientos o miles de años.
De toda esta reflexión surge este mini zine:
