Con el surgimiento de tecnologías de Inteligencia Artificial (IA) capaces de generar textos, imágenes, videos, entre otras cosas, muchos artistas se han preguntado qué significará esto para el futuro de su profesión. La existencia de esta tecnología que amenaza con automatizar una infinidad de cosas, incluso el trabajo creativo, ha generado mucho debate en algunos sectores del arte. Pero aunque esto podría parecer algo nuevo, esta no es la primera vez que surge una máquina barata1 y accesible que facilita la creación de lo que anteriormente había sido dominio exclusivo de los artistas.
¿Para qué pintar cuando puedes tomar una foto?
En el siglo XIX, con la invención de la fotografía, también se generaron muchos debates en el mundo del arte sobre las implicaciones de esta tecnología. Algunas personas temían que la fotografía hiciera que desapareciera la pintura. Hoy en día sabemos que eso no sucedió.
A partir de esta crisis surgió una oportunidad. En realidad, varias oportunidades. Por un lado, algunos artistas implementaron la fotografía y sus características en su proceso y estilo de pintura. La fotografía podía servir como referencia al pintar y también como forma de estudiar las posibles maneras de representar el movimiento. Por otro lado —y lo que más me interesa en este momento— la fotografía sirvió para liberar a los artistas de algunas de sus restricciones. Su existencia significaba que el rol o el propósito de los artistas podía cambiar.
Will Gompertz dice en su libro ¿Qué estás mirando?: 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos:
“Manet y sus sucesores habían definido su papel de artistas en la era de la fotografía en tanto observadores sociales, filósofos y «videntes», que desvelaban las verdades ocultas de la vida. La cámara fotográfica los había liberado de la tarea de tener que generar semejanza, lo que les permitía explorar nuevas formas de representación que podían hacer surgir en el espectador percepciones y sensaciones no explotadas con anterioridad”
Es así que la pintura pasó de buscar representar con base en los cánones de la academia a explorar nuevas formas que resaltan las características del medio que utilizan. En las pinturas impresionistas —que en su momento fueron muy controversiales— es más visible el proceso y el material con el que se crea la imagen. En lugar de utilizar métodos para que las pinceladas no sean visibles y los contrastes no sean abruptos, estos pintores rompieron las convenciones y dejaron visibles las pinceladas y las propiedades materiales de la pintura.


Al perder la obligación de representar bajo esas reglas, los artistas pudieron desarrollar nuevos lenguajes visuales que dieron lugar a lo que hoy conocemos como las vanguardias. La fotografía provocó nuevas preguntas filosóficas sobre la naturaleza del arte y la originalidad, y sirvió como catalizador para impulsar la transformación del arte pictórico. Las características esenciales de la pintura se resaltaron para crear algo que la fotografía no podía replicar.
Una tercera posibilidad ante este cambio en las formas de producir imágenes es un cambio de perspectiva. Gompertz cita a David Hockney diciendo que él “cree que la cámara ha hecho que la mayor parte de los artistas de hoy en día hayan renunciado a la representación figurativa, ya que les parece que una lente mecánica puede captar la realidad mejor que cualquier pintor o escultor, «se equivocan» [le] dijo. «Una cámara no es capaz de ver lo que un hombre: siempre se pierde de algo» […] Podemos contemplar la misma vista, pero no vemos lo mismo. Ante cualquier situación, cada uno aportamos nuestra propia carga de prejuicios, experiencias, gustos y conocimientos, lo que conforma la manera en la que interpretamos lo que está ante nosotros. Vemos lo que consideramos interesante e ignoramos aquello que no nos lo parece”.
En este caso, se puede seguir creando arte figurativo al mismo tiempo que cambiamos lo que valoramos en ese arte. Podemos valorar, más que la habilidad que tiene un artista para representar fielmente la realidad, su capacidad de representar su visión subjetiva de esa realidad.
La Inteligencia Artificial: limitaciones y nuevas posibilidades
Pienso que ahora con la Inteligencia Artificial nos encontramos en un momento similar. La diferencia es que esta tecnología funciona para crear de forma mecánica una mayor variedad de cosas, por lo que son muchos medios artísticos los que se encuentran en este punto de inflexión. Lo que me interesa ahora es ver cómo podría suceder algo similar a lo que sucedió con la pintura hace casi 200 años. Si la fotografía liberó a los pintores de la semejanza, ¿de qué nos puede liberar la IA? ¿Cuál podría ser el nuevo paradigma artístico que nos llevará a crear arte inimitable para estas tecnologías?
León Tolstói argumenta en ¿Qué es el arte? que la producción de una verdadera obra de arte debe reunir varias condiciones: que una persona experimente sentimientos y que tenga el deseo y la capacidad de transmitirlos a través de alguna de las diversas formas del arte. Para él, tener talento no es suficiente para crear una obra de arte verdadera. “En todas las ramas del arte existen reglas y recetas precisas que permiten engendrar obras de tal especie sin experimentar ningún sentimiento. Así el hombre de talento que sepa las reglas de su oficio puede producir en frío obras que pasarán por artísticas.”
Esta crítica de finales del siglo XIX sirve bien para pensar en las limitaciones de la inteligencia artificial. Por naturaleza, una máquina no puede experimentar sentimientos, y aunque tenga la capacidad de crear una imagen o una historia escrita, esas creaciones no son reflejo de un punto de vista particular. Una IA no tiene biografía, no tiene esa mezcla única de intereses, experiencia, sentimientos, cultura, valores, entre otras cosas que moldean nuestra manera de interpretar la realidad e imaginar lo que no existe.
Es importante cuestionarnos cuál es el objetivo con el que estamos creando arte, cuál es su propósito, y qué estamos dando por sentado sobre lo que le da valor o calidad. Tal vez sea momento de liberarnos de algunas de esas ideas, o tal vez de aferrarnos más fuertemente a los aspectos que este tipo de herramientas podrían hacernos olvidar fácilmente.
Los propósitos del arte
Si una de las razones por las que creamos arte es para exorcizar o auto-explorar, para expresar de alguna manera las emociones profundas que sentimos, no tendría sentido pedirle a una inteligencia artificial que genere ese arte. Automatizar la creación no satisface la necesidad inicial. Crear arte para expresar lo que las palabras parecen no poder capturar por completo es un proceso a través del cual podemos lidiar con todo aquello que sentimos de manera honesta. Delegar esa tarea no es la solución.
Otra de las razones por las que creamos arte es para conectar con otros. El arte puede ser una manera de invitar a otros a percibir igual que nosotros y preguntar si sienten lo mismo. Esta también es una de las razones por las que vemos arte: para sentir esa conexión. Pienso que simplemente ofrecer el primer resultado de un prompt sencillo sin críticas ni modificaciones es un insulto a este proceso. Sería pedir que otras personas muestren interés por algo que nadie ni siquiera tuvo el interés de crear.
Además, otra de las razones por las que creamos arte es para explorar ideas, no necesariamente emociones. En este caso pienso que la IA puede ser una herramienta, pero también pienso que para que esto tenga sentido, es necesario no delegarle por completo la tarea de creación. Por ejemplo, en el caso de la escritura, esta actividad no solo es importante por su producto final, sino porque el proceso ayuda a ordenar y refinar el pensamiento. Pedirle a una IA que escriba algo por nosotros y aceptar el resultado tal como está disminuye esa capacidad.
Por supuesto que no solo creamos con estos fines. También hay cosas que se crean utilizando las mismas herramientas o lenguaje del arte, pero que en realidad tienen un fin más práctico y sin pretensiones realmente artísticas. Tal vez para esas actividades sí se justifica esa delegación del proceso creativo, aunque hacerlo implica renunciar cierto nivel de voluntad. Al igual que algunos pintores en el siglo XIX, podemos dejarle esas tareas a la fotografía y enfocarnos en la esencia de lo que queremos hacer y el medio que utilizamos.
Me parece importante recordar que la fotografía también se incorporó a los medios artísticos. No solo consideramos la fotografía como una forma de crear arte, sino que usamos esas fotografías para crear otros medios como el collage. Pienso que la IA puede llegar ser una buena herramienta para los artistas, y que posiblemente haya formas particulares de usarla que den resultados que podamos considerar arte. Creo que el error sería más bien el dejarnos llevar por lo que Tolstói llamaría falsificaciones de arte. Cosas que son bellas, pero carecen de un fondo y de una intención.
Las limitaciones de la Inteligencia Artificial
Para comenzar a idear las posibles rutas hacia el futuro del arte, podría ser importante analizar primero las características y limitaciones de la Inteligencia Artifical, de manera que podamos identificar cómo puede ser una herramienta y de qué manera podemos diferenciarnos y explorar nuevas posibilidades.
Para empezar, es importante notar el hecho de que la IA no tiene conciencia ni capacidad de sentir. No hay ninguna intención ni deseo detrás de lo que genera, simplemente procesa datos. Esta característica hace que, aunque una IA pueda generar obras que evoquen sentimientos, esto no surge desde una emoción real. Las creaciones de la IA no tienen ninguna intención de comunicar, provocar, denunciar, emocionar o cualquier otra motivación como las del arte humano.
Otra de las limitaciones de la IA es que no tiene biografía, cultura, cuerpo ni historia personal que le permita crear desde la memoria, la identidad o la experiencia. Las cosas generadas con IA que pueden llegar a evocar eso surgen de patrones en las creaciones de otras personas que sí tuvieron esa experiencia y la expresaron de una forma particular.
Por esta razón, la IA no puede tener una voz personal. No tiene intereses ni contradicciones, alguna serie de valores o contextos que le hagan tener un estilo propio. Su estética es generada mecánicamente. Además, esa estética es una combinación de datos ya existentes, por lo que no puede romper paradigmas o proponer algo nuevo que esté fuera de los datos con los que se entrenó.
Una IA no puede romper reglas, no puede cuestionar o tener una postura crítica, no puede resistir ni subvertir. Nosotros sí podemos hacer todas esas cosas. La vida puede llevarnos a experimentar o incluso a contradecirnos. Podemos hacer surgir algo nuevo a partir de errores o cosas inesperadas, de encontrarnos con algo fuera de nuestro control y convertirlo en algo con lo que expresamos un punto de vista particular.
Si ahora nos encontramos en un entorno inundado de cosas generadas con IA, es probable que sean estas limitaciones las que definan la diferencia entre el arte y el contenido, donde el segundo tiene intereses más superficiales —poniendo por encima la retención de atención para obtener algún beneficio material o social, sobre cualquier intención de expresar algo nuevo.
Hacia un nuevo paradigma
Para seguir adelante creando este nuevo arte que rompa los paradigmas anteriores, un posible punto de partida es hacernos preguntas sobre lo que estamos creando y lo que queremos crear. Aunque todavía no tengo las respuestas, estas son algunas de las preguntas que me estoy haciendo yo:
- ¿De qué manera puedo exaltar mi voz en lo que hago?
- ¿En qué consiste mi estilo personal? ¿Qué es lo que incluye y qué es lo que deja fuera?
- ¿Qué es lo más importante dentro de mi proceso creativo?
- ¿Qué es fácil para mí que nadie más puede hacer sin fingirlo o imitarlo?
- ¿Cuáles son las características de mi idiolecto? ¿Cuáles de esas características no estoy incorporando al escribir? ¿Cómo podría incorporarlas?
- ¿Cuáles referencias han moldeado mi forma de crear?
- ¿De qué manera puedo romper convenciones actuales para generar un nuevo lenguaje artístico?
- ¿Qué cosas puedo combinar que no suelen ir juntas?
- ¿Qué partes de mí dejo fuera por miedo, por costumbre o por no parecer “profesional”? ¿Qué pasaría si las incluyera?
- ¿Qué patrones de mi proceso creativo son mi estilo y cuáles son limitaciones?
- ¿Qué pasaría si tomo todas las ideas que tengo sobre lo que es “bueno” o “correcto” y hago lo opuesto?
- ¿Cuáles son las características esenciales de los medios con los que trabajo y cómo los puedo exagerar?
- ¿Qué tipo de cosas creo que es importante comunicar en un entorno en el que la IA esté moldeando la forma en la que las personas piensan, procesan y se involucran con el arte?
Si bien nos encontramos en un momento de incertidumbre sobre las maneras en las que podemos usar la IA (no solo en el arte sino en general), ver hacia atrás en la historia y observar cómo hemos lidiado con crisis similares puede darnos ideas sobre cómo continuar. Por esa razón veo este momento con optimismo. En lugar de declarar de manera fatalista el fin del arte como lo conocemos, podemos tomarlo como una oportunidad de transformación, para liberarnos de las limitaciones que posiblemente no sabíamos que teníamos.
- Barata en el sentido de que como usuario no representa un gasto considerable, no porque la tecnología en sí sea barata. ↩︎