Existe un sector dentro de la industria de la autoayuda y el desarrollo personal que se gana la vida esparciendo más o menos el mismo mensaje: el trabajo duro es lo que separa a las personas exitosas de las mediocres. Así que si no eres exitoso (léase: rico, joven y guapo) no estás trabajando lo suficientemente duro o no estás siendo lo suficientemente eficiente con tu trabajo.
Lo que venden es una promesa de libertad: un escape de una vida aburrida o insatisfecha y un camino hacia “la vida de tus sueños”. El problema es que ese sueño tiene imaginación limitada, y el escape es solo parcial.
A través de diferentes mecanismos, estos gurús promueven una forma particular de ver el mundo: una ideología. Esto significa que aunque técnicamente inviten a las personas a cuestionarse y cambiar su perspectiva, lo hacen de manera que empuja a una serie de respuestas preestablecidas.
El término ideología ha sido utilizado de tantas formas a lo largo de la historia que resulta importante aclarar a qué me refiero con esto. A grandes rasgos, y sin entrar mucho en asuntos técnicos filosóficos1, una ideología es un conjunto de ideas, valores y creencias que moldean nuestra forma de ver e interpretar el mundo. Es lo que hace que ciertas costumbres, instituciones, jerarquías sociales, tradiciones o leyes parezcan naturales, obvias, inevitables o deseables, aunque sean construcciones históricas y culturales.
Es importante aclarar también que esta concepción de ideología es moralmente neutral. No estoy diciendo que tener una ideología es algo malo, porque bajo esta definición, todos tenemos una ideología. Sin embargo, todas las ideologías implican también un punto ciego, porque al moldear nuestra forma de ver el mundo, también moldean lo que ignoramos de él.
La ideología del yo-empresa
El discurso típico de los gurús de productividad y negocios da a entender que ellos son la solución que las personas buscan para mejorar sus vidas cuando sienten que algo anda mal. ¿Odias tu trabajo de oficina? ¿Tu dinero no te da para la vida que quieres? ¿Te hace falta un propósito para tu vida? Ellos tienen la solución. Pero tanto el planteamiento del problema como el de la solución tiene sus bases en ideas muy particulares, que exploraré una por una.
Individualismo radical
La autoayuda en sí misma implica que la solución a los problemas que busca resolver son algo que las personas consiguen individualmente. El éxito o el fracaso de las personas depende exclusivamente de su esfuerzo, disciplina, y sus decisiones personales. De forma general, los gurús ignoran todos los problemas sociales o condiciones estructurales que podrían poner a ciertas personas en desventaja. Otros ven el éxito de las pocas personas que sobresalieron a pesar de esas desventajas y lo consideran prueba de que cualquier persona podría lograr lo mismo si se esfuerza lo suficiente.
Cuando alguno de los gurús recibe preguntas, todas las adversidades que se mencionan son vistas como excusas. No importa si estás en una situación de pobreza, si tienes alguna enfermedad o discapacidad, si formas parte de un grupo social en situación de vulnerabilidad, la verdadera razón por la que no eres rico es porque te falta disciplina, trabajar más y de la manera correcta.
Por otro lado, hay veces que la necesidad de tener un negocio propio cae en una necesidad de independencia, que en ocasiones puede ser bastante drástica.
“Tu necesidad de cualquier cosa de alguien más es su capacidad de controlar tus emociones, tu felicidad, tu vida. Si puedes alcanzar un lugar (que te animo a considerar) en el que haces las cosas, estás involucrado, pero te mantienes independiente, entonces no podrán controlarte y podrás crear desde un lugar de libertad.”
— Dan Martell
La mezcla de esto resulta en una perspectiva que responsabiliza a las personas por sus condiciones, y que no solo cree que es posible conseguir el éxito (como lo definen ellos) de manera individual, sino que es necesario conseguirlo de esa manera.
Promover esta perspectiva hace que muchos de ellos dejen fuera de sus historias las ventajas que tuvieron a lo largo de sus vidas. Al hablar de su trayectoria, casualmente dejan de lado la clase socioeconómica de sus familias, su educación, herencias, negocios familiares, entre otros. La omisión implica que su esfuerzo desmedido es lo único que en verdad los puso en la posición en la que se encuentran. Se asume que el mercado es un ente neutral y científico, que no se ve afectado por condiciones sociopolíticas o culturales, solo por el esfuerzo individual
“Escucha, soy de las personas más ocupadas. Estoy en la conversación, ¿sabes? Trabajo duro quince horas al día, tengo juntas de siete minutos… Estoy en la conversación. Y fácilmente paso 25% de mi día en cosas que terminan siendo puras estupideces. Pero ahí es donde entra la velocidad. […] Lo mío es que si vas súper rápido, súper duro y súper eficiente, si no estás pasando la mitad del tiempo juzgándote y pensando si estarás haciendo lo correcto, tal vez seas capaz de hacer las tres cosas [que estás considerando como opciones]. […] Por eso soy un innovador, por eso soy rápido, por eso me pasan muchas cosas buenas: porque me di cuenta de que solo hacer es más eficiente que estar pensando.”
— Gary Vee
Tener una visión diferente a la de ellos es visto como una falla psicológica, como tener la mentalidad incorrecta. Este mindset del que hablan pareciera ser la respuesta mágica para arreglar problemas que otros ven como injusticia, precariedad o desigualdad. Vivir en esas condiciones y describirlas de esa manera es visto como excusa y una prueba de que alguien debe cambiar su mentalidad.
La mentalidad incorrecta te hace derrotista, débil y flojo. La mentalidad correcta es la que te permite producir más, resistir más, tolerar más, rendir más, ser más eficiente, trabajar sin descansar más de lo necesario para seguir trabajando. Las historias de los gurús suelen tener una estructura de un antes y un después: antes era un desastre, luego cambié mi mentalidad y tomé control sobre mi vida, y ahora soy exitoso. Ese cambio que tuvieron en sus vidas se plantea como algo disponible para todos, y que hecho de la manera correcta permitiría a cualquiera a obtener los mismos resultados. De esta manera prometen solucionar el mundo de una manera que no lo cambia. La libertad es cuestión de percepción, nunca de condiciones materiales.
El éxito = acumulación de capital
Los creadores de autoayuda de este estilo miden el éxito en términos de capital acumulado: dinero, seguidores, prestigio, etc. Esto se nota desde los títulos de los videos y la manera en la que las personas se presentan. En muchas ocasiones los títulos mencionan ya sea la cantidad de dinero que ganan al año o al mes, o cosas que lograron hacer (como renunciar a su trabajo o conseguir muchos seguidores en redes sociales). Esta primera información está ahí para dar legitimidad y comprobar el valor de escuchar lo que la persona tiene que decir. La repetición del patrón refuerza la idea de que el sueño es o debe ser renunciar a tu trabajo y volverte millonario con tu propio negocio. Se da por hecho de que ese deseo es universal.
Una manera en la que reproducen ese deseo es a través de su lenguaje y forma de contar historias. El éxito económico se describe como “ganar”, “hacerla” o “lograrlo”, que implican tener mucho dinero, reconocimiento y prestigio. En muchas ocasiones hablan sobre la idea de balancear el trabajo con otras actividades como una barrera para alcanzar esta vida extraordinaria, al grado de considerar pasar más tiempo con sus parejas o familias como algo en lo que tendrían que ceder.
Mientras cuentan sus historias y describen lo mucho que trabajan, hay ocasiones en las que mencionan que no tienen hobbies u otras actividades fuera de trabajar y hacer ejercicio. Ser CEO es su vida entera, y no es algo que buscan cambiar. Para ellos, no querer más dinero parecería una locura, tener metas alternativas implicaría para ellos aspirar a una vida mediocre.
“Las personas normales llaman obsesionadas a las personas que yo considero cuerdas, pero las personas cuerdas (que es como me considero a mí mismo) consideran a todos los demás locos porque no hacen nada y desperdician sus vidas.”
— Alex Hormozi
La pregunta aquí es: ¿cuándo es suficiente? ¿Hasta qué punto los sacrificios siguen valiendo la pena? Si el objetivo es trabajar para hacer crecer el negocio y tener más dinero, ¿para qué quieres eso? Si el objetivo era tener el capital para ser libre, ¿cuánto cuesta la libertad? ¿De qué tipo de libertad estamos hablando?
Las respuestas a estas preguntas no quedan claras, parece que la mera existencia de esas preguntas se ignora. Se da por hecho que el objetivo es querer más y más y más dinero, y que es un deseo tan natural e importante que se deben hacer grandes sacrificios para seguir acumulando más.
Progreso como obligación moral
En estos círculos, el progreso y la mejora constante son una meta en sí misma. Tanto es así, que algunos dirían ser apasionados del desarrollo personal sin que este desarrollo esté necesariamente enfocado a alguna actividad o habilidad particular. Se usa lenguaje con connotaciones negativas para hablar de la falta de crecimiento. Más que un periodo estable, de comodidad o de mantenimiento, se habla de estar estancado, incluso cuando la posición en la que se encuentran es favorable.
A través de este lenguaje y forma de contar sus propias historias, el crecimiento se convierte en una obligación moral. Hay un énfasis particular en las metas y en el trabajo requerido para alcanzarlas. La falta de metas es vista como una gran falla personal, y como causa de cualquier malestar en la vida de las personas. Se asume que el progreso debe ser acumulativo, lineal y constante. Aunque admiten que rara vez será una línea recta o una escalera perfecta, el ideal es siempre ascender. Cualquier pausa o exploración sin algún fin particular en mete es visto como una pérdida de tiempo.
La idea general es que siempre habrá algo que puedes mejorar: tu productividad, tu eficiencia, tu cuerpo, tus ingresos, entre muchas otras cosas. Todo esto lo debes medir y cuantificar para alcanzar tus metas, y si ya las alcanzaste, para ponerte metas nuevas.
El modelo de negocios del contenido de autoayuda refuerza esto. Los creadores deben publicar contenido nuevo de forma constante, y las plataformas premian contenido que promete resultados. Esto garantiza un flujo constante de nuevos hacks, nuevos hábitos y más métricas. El discurso pone más énfasis en el convertirse que en el ser o estar. Esta forma de pensar implica una insuficiencia permanente.
Control y disciplina
El contenido de estos gurús pone mucho énfasis en que las personas deben ser disciplinadas y tener control sobre sus vidas. Esta disciplina se manifiesta de muchas maneras: levantarse temprano todos los días, seguir una rutina establecida (y muchas veces bastante elaborada), mantener su espacio limpio, comer bien, hacer ejercicio, entre otras cosas. Si promueven que eres responsable de tus condiciones y es tu obligación mejorar, el control y la disciplina son la manera en la que consigues el estilo de vida que se asume que quieres.
“Algunas personas ganan y no saben decirte por qué ganaron, pero si ves su comportamiento, fue esto: se levantaron todos los días y fueron consitentes, consistentes, consistentes, consistentes, consistentes… Y resulta que funcionó. Entonces no me digas cuáles son tus metas, dime lo que estás dispuesto a sacrificar.”
— Dan Martell
Estos valores se convierten también en una estética. Tener un cuerpo fuerte, con buena condición física, y un espacio minimalista y limpio es visto como un reflejo de la disciplina de esa persona. Estos valores hacen muy reconocible el estilo visual de su forma de vida.
Uno de los tipos de contenido más reconocibles de este género es el de las rutinas matutinas. Este contenido es reflejo de varias cosas: mantener estas rutinas elaboradas requiere disciplina, pero también se asume que estas rutinas y hábitos son en sí mismas causa del éxito de las personas. Este contenido suele venderse como algo aspiracional, como algo que deberías de copiar para que tu vida sea como la de ellos.
Además, muchos de estos gurús promueven la práctica de cuantificar estos hábitos y esfuerzos a través de aplicaciones, bullet journals y otros métodos. Todo es cuantificable: las horas de sueño, los pasos, las calorías, el rendimiento del ejercicio, la cantidad de días que se cumple un hábito en particular… La idea general es medirlo todo para tomar control sobre ello.
Puede ser fácil caer en la trampa de que, al internalizar este contenido, uno se vuelva muy exigente consigo mismo. Por un lado, es difícil saber si las personas que comparten estos estilos de vida realmente son tan disciplinados como lo aparentan. Por otro lado, es muy fácil darse cuenta cuando uno mismo no está cumpliendo con esas expectativas, especialmente si las estás cuantificando.
Por otro lado, en muchas ocasiones el lenguaje que se utiliza para hablar de esta disciplina y su necesidad habla de conquistar, dominar, vencer, a un yo inferior o a impulsos no deseados. Este tipo de lenguaje tiene dos funciones: primero establece un comportamiento como algo negativo y después aplica cierta moralidad a cambiar ese comportamiento. Si la distracción es algo que se debe vencer, entonces no hacerlo implica una derrota. Especialmente tomando en cuenta el lenguaje y perspectiva general de ganadores y perdedores, esta manera de describir las cosas ayuda a definir y reforzar cómo se comportan unos y los otros.
A través de esta disciplina obligatoria, las personas se vuelven gestoras de su propio rendimiento. Son tanto dueños como trabajadores en su proyecto empresarial. Están encargados de establecer sistemas y procedimientos para optimizar su tiempo, pero también de llevarlos a cabo y disciplinarse a sí mismos. Bajo esta visión, el ser humano tiende naturalmente a sus peores instintos, quien es capaz de sobreponer su propia racionalidad y voluntad por encima de esos instintos se convierte en un ser humano superior.
Gestión emocional y filosofía instrumentalizada
Parte del control y disciplina que se promueve gira en torno a las emociones. Las emociones “negativas” solo son aceptables si pueden transformarse en el combustible necesario para lograr cosas. Todas las demás se consideran un obstáculo o una distracción, por lo que deben ser moderadas o gestionadas con el fin de obtener rendimiento.
“La auto disciplina se trata de abrazar la resistencia. Tomar acción a pesar de cómo te sientes. Vivir una vida por diseño, no por defecto. Pero lo más importante, se trata de actuar de acuerdo con tus pensamientos —no tus emociones.”
— Samuel Thomas Davies
Esta perspectiva de control sobre los impulsos, pensamientos y emociones le ha dado mucha popularidad a figuras como Ryan Holiday, que hablan sobre estoicismo. Sin embargo, parte del atractivo de esta filosofía es que se ofrece como una herramienta para conseguir ese control, disciplina y rendimiento. (El primer hábito estóico es el de levantarse temprano todos los días. El cuidado de la salud es con el fin de someterlo mejor a la mente y a la razón. El título de uno de sus libros sobre estoicismo es La disciplina marca tu destino.)
El estoicismo fue una escuela filosófica de la antigua Grecia y Roma. Los estoicos creían que las personas no desean nada más que tener una vida feliz y próspera, y por lo tanto organizan su vida alrededor de lo que creen que les ayudará conseguirla. Sin embargo, ellos creían que las personas suelen tener ideas equivocadas sobre lo que en realidad les dará esa felicidad. Por esto, el énfasis del estoicismo está en tener jucios correctos o alineados con la realidad. Tener los juicios correctos haría que las personas nunca se dejen llevar por emociones fuertes e irracionales.
Los gurús del estoicismo promueven una interpretación particular de esta filosofía: una que pone énfasis en la disciplina y el control. Este enfoque se usa entonces para justificar y hacer legítimos los valores del esfuerzo, el trabajo y la búsqueda del éxito. Se parece mucho a la idea del mindset que promueven: el problema no son tus condiciones, es tu percepción sobre esas condiciones.
La filosofía no se usa para cuestionar esta ideología o forma de vida, sino para reforzarla y justificarla. La filosofía que vale la pena leer —la que no es una pérdida de tiempo— es la que te dice lo mismo que ya crees. Verás a personas en estos círculos leer a los estoicos, a Aristóteles, tal vez a Nietzsche, pero nunca a Foucault, Marcuse, Bauman, o cualquier otro que podría hacerlos cuestionar su forma de operar o ver el mundo. La filosofía se convierte en una herramienta para el rendimiento, no para el pensamiento crítico.
Pensamiento utilitarista
La utilidad es un filtro para las cosas que esta ideología considera valiosas o no. Si algo no es útil, entonces no vale la pena dedicarle tiempo, dinero ni energía. Aquí queda implícito que la medida de esta utilidad está en el retorno económico de algo. Esta es una de las razones por las que leer otros tipos de filosofía o de literatura es algo que por lo general dirían que no vale la pena. En una entrevista, el escritor y emprendedor Daniel Priestley, hablando sobre la diferencia entre ser emprendedor y trabajar en una empresa, dice:
“Déjame ser honesto contigo. El otro día estaba en el tren y me topé a un viejo amigo que trabaja en un gran corporativo, y estaba sentado en el tren leyendo ficción. Leyendo un libro de ficción. Y yo estoy viendo esto y pensando: “Wow, si yo tengo tiempo libre, no estoy leyendo un libro de ficción. Estoy tratando de hacer algo de superación personal o leyendo un libro sobre negocios.” Pero la manera casual y relajada en la que estaba leyendo un libro de ficción me hizo pensar: “Así es como debe sentirse tener un trabajo. Tener ese nivel de certeza, qué placer.”
— Daniel Priestley
Seguramente no pasaría nada si él dedicara un poco de su tiempo libre a leer ficción, pero la percepción de inutilidad de eso significa que es solo privilegio de quienes no son emprendedores. Las actividades que no generan un retorno llegan a percibirse como flojera, falta de ambición o debilidad de carácter. En este caso, parece ser visto también como un tipo de ingenuidad.
Es común que los gurús de la productividad usen términos de negocios como retorno de la inversión para aspectos de su vida personal. Descansar, dormir, hacer ejercicio, pasar tiempo con seres queridos, tener hobbies, apreciar arte… todas estas actividades son vistas como positivas solo si se plantean como una manera de aumentar la productividad.
De esta manera todos los aspectos de la vida de una persona están encaminados a operar como una empresa. Cada actividad debe tener un retorno, un KPI, una utilidad. Entonces si leen no es por placer, es para ser más inteligentes, si hacen ejercicio es para estar sanos y trabajar mejor, si se relajan es porque el cansancio disminuye la productividad.
Pareciera que la aspiración es ser menos humano y más máquina. No tener que lidiar con un cuerpo que requiere salud y descanso, que tiene emociones, deseos y otras necesidades. El sujeto ideal tiene hábitos, sistemas, comportamientos que lo hacen predecible y eficiente, sin altibajos ni contradicciones. El lenguaje que utilizan también alude a esto: las recomendaciones son hacks, al hablar sobre el cuerpo y la mente, hablan de estar programados de cierta manera, el descanso es recargar batería.
Al despojar todo el valor de las cosas que no tienen un retorno económico viable, buscar control sobre la animalidad de la experiencia humana, y establecer la acumulación de capital como camino y definición de una vida satisfecha, la libertad prometida por esta ideología termina siendo una reducida a un estilo de vida muy particular.
Implicaciones políticas
Algunos teóricos (no todos) incluyen dentro de su definición de ideología el que estas sustentan relaciones de dominio.2 En este caso, es importante notar que la ideología del yo-empresa justifica la desigualdad y los valores del neoliberalismo. Quien adopta esta ideología cree que si alguien es pobre es porque es flojo o no lo suficientemente inteligente, y si alguien es rico es porque trabaja más y mejor que todos los demás. Cualquier otro factor queda fuera de ese análisis.
El desarrollo personal que sigue esta ideología no se trata de una transformación ética, estética o social, sino de aumentar rentabilidad y obtener una ventaja competitiva. Lo que hace es producir sujetos funcionales en un sistema económico, social y político que los empuja a la autoexplotación y los convence de que eso los hace libres. En otras palabras, todo esto se trata de adaptarse mejor al sistema en lugar de cuestionarlo.
Una alternativa
La autoayuda suele aparecer para quienes tienen una sensación de que algo no está bien, que hay algo que tiene que cambiar. Sin embargo, lo que hace es ofrecer una visión prescriptiva y limitada de lo que es una vida “satisfactoria”. Seguirla sin cuestionarse primero puede convertirse en una desviación que no resuelve la verdadera causa del malestar.
El cuestionamiento profundo en una etapa de crisis puede llevar a un cambio radical de perspectiva. Lidiar con la dificultad de responder tus propias preguntas es una parte importante del proceso. Podrías descubrir que estabas persiguiendo una meta que no era tuya, que no se ajustaba a tus valores, que estabas ignorando algo en tu entorno que es más importante de lo que creías. Tal vez lo que tenías que hacer no era trabajar más, sino organizarte con otros y transformar las condiciones que te rodean.
“ Salir de la ideología duele. Es una experiencia dolorosa, debes forzarte a hacerlo.”
— Slavoj Žižek
A primera vista un libro sobre cómo organizar tu tiempo podría parecer apolítico, pero no lo es. Es importante saber reconocerlo antes de aceptar sus consejos.
- Si quieres aprender más y meterte a los asuntos técnicos filosóficos, recomiendo:
Eagleton, T. (2006) Ideología: una introducción. Paidos.
Žižek, S. (2003) Ideología: Un mapa de la cuestión. Fondo de Cultura Económica.
Slavoj Žižek – The Pervert’s Guide To Ideology (2013) ↩︎ - Puedes explorar la variedad de definiciones en los libros que menciono en la primera nota al pie. ↩︎